A todos los seres humanos nos gustan las emociones, las sensaciones que nos envuelvan en un entorno donde nos hacen vibrar, a la vez saltamos y gritamos sin parar al ritmo de la música, donde las percepciones visuales de las luces y las pantallas gigantes.
Hace unos seis o siete años estuve en un concierto en las fiestas de Bilbao con Rocío Durcal de quien he sido un ferviente admirador y superfan, el cual en todo su concierto canté sus canciones que conocía y me sabía, pero aquella noche estaba abrumado con ella, con su magia al cantar que me inspiraba y espere su canción que más me encanta que la canto al final del concierto Amor Eterno y esa canción que hizo aflorar mis sentimientos escuchándola en directo a poca distancia de ella.
Fue algo único que jamás olvidaré. siendo una lástima que un año después de aquello su fallecimiento, algo que sigo lamentando mucho.
He empezado con está pequeña historia real de lo que son las emociones que se pueden sentir con la música, aunque Rocío Durcal no era rockera. Lo que quiero expresar es que a través de la música como instrumento y los músicos como artistas tienen esa chispa de manejar el entusiasmo y las emociones de una manera magistral y las bandas de Rock son para mí lo máximo.