En mi vida conocí a una persona muy especial que tenía magia en su relación con los demás, era una persona que conquistaba a las personas de una forma tal que lo admiraban y lo mejor lo querían. Su actitud era bondadosa hacia los demás, una persona verdaderamente especial en sus relaciones, saludaba a todo el mundo y todo el mundo lo saludaba a él, salir con él era una cosa de hacer muchas estaciones en un trayecto corto porque todo el mundo quería saludarle y tocaba tener paciencia. Era una persona de tener verdaderos amigos en el tiempo, nunca le faltó una mano amiga que le echara una mano y lo que más admiraba de él es que tenía una sonrisa sincera para los demás.
Esta persona era mi padre que faltó casi ya dos años, que echo mucho de menos y me ha marcado la forma correcta de relacionarse con los demás.